Smart heritage: la transformación integral de la ciudad

Innovación y Sostenibilidad
<i>Smart heritage</i>: la transformación integral de la ciudad
Josep Ramon Fuentes i Gasó
Profesor titular de Derecho Administrativo. Universitat Rovira i Virgili
Fecha: 01/03/2023
Las iniciativas de ciudades inteligentes (smart cities) crean nuevas formas de relacionamiento entre ciudad-patrimonio cultural-personas-instituciones públicas. En esta entrada, se presentan unas breves reflexiones sobre el tema y se sugiere hacia dónde tienden a avanzar las sinergias entre dichas materias.

Todas las definiciones de smart city tienen como elemento común el uso de la tecnología para la mejora de la sostenibilidad y eficiencia de los servicios públicos. El concepto ha evolucionado con el tiempo, incorporando la gestión urbana bajo una visión holística de la ciudad como un sistema funcional complejo y multisectorial, que prioriza realmente el papel de los ciudadanos en la toma de decisiones, de ahí que el concepto de ciudad inteligente se hallaría directamente ligado al concepto de desarrollo urbano sostenible (Fuentes i Gasó, 2021: 132).

El concepto de ciudad inteligente se hallaría directamente ligado al concepto de desarrollo urbano sostenible.

Los beneficios de la implementación continua del concepto smart en una concreta realidad abarcan una mejora de la calidad de vida, un aumento del empleo y de oportunidades de ocupación, una urbanización sostenible desde un punto de vista social y ambiental, y un mayor desarrollo económico y turístico. Suponen un nuevo enfoque en la gestión del espacio público y en la prestación de los servicios públicos (Cases Pallarés, 2014), muy en la línea del paradigma del gobierno abierto como estrategia colaborativa de la gestión de lo público, que pretende situar al ciudadano en el centro de la toma de decisiones gracias a una fuerte apuesta en transparencia y rendición de cuentas, mediante el aprovechamiento de las TIC (Carmona Garias, 2019: 113).

Dentro de este ecosistema, la cultura debe tener un rol determinante en el diseño de las estrategias smart. La ciudad inteligente no solo debe constar de una interrelación entre entes públicos, privados y ciudadanos con un fin meramente instrumental, sino que, además, debe contar con una vinculación efectiva con la cultura, con la historia subyacente y común de todos y de su entorno (Bonete Vizcaíno, 2016: 63).

Surge así la idea de smart heritage o patrimonio inteligente, entendido como la identidad de los lugares a través de la implementación de tecnologías inteligentes, fomentando y promoviendo el conocimiento y la inclusión social, mediante la participación total en la promoción del patrimonio cultural. Se trata de conectar digitalmente las instituciones, los usuarios visitantes, el patrimonio, la ciudadanía y el entorno (Fuentes i Gasó, 2021: 148).

Aquí, los miembros de la comunidad se convierten en pieza clave de todo el proceso smart, pues “tanto el concepto de inteligencia como el de territorio entienden al ser humano como el orquestador de todo el proceso” (Luque Gil et al., 2015: 49). El eje inteligente se centra en la adopción de enfoques más participativos y colaborativos, haciendo que los datos culturales estén libremente disponibles (open data), para aumentar las oportunidades de conservación digital y de goce o disfrute de los mismos, especialmente a través de dispositivos personales de uso masivo como los smartphones. Así, el patrimonio cultural y su salvaguarda pueden ser protegidos mediante técnicas smart.

El patrimonio cultural y su salvaguarda pueden ser protegidos mediante técnicas smart.

La gestión del patrimonio cultural, desde la perspectiva smart, comprende acciones como: la digitalización de la documentación y de las colecciones, la gestión instantánea y compartida de la información; la monitorización de los flujos de visitantes; la gestión en tiempo real de flujos de visita y el estudio del impacto de las TIC en los usuarios y su comportamiento in situ; softwares inteligentes que permitan optimizar la gestión de los bienes (operaciones mecánicas, eléctricas, de iluminación, de elevadores) y los sistemas de seguridad.

Gracias a las técnicas smart,hemos observado cómo muchos museos, archivos, bibliotecas e instituciones culturales en los últimos años han procurado digitalizar sus bienes culturales y han proporcionado acceso (en muchos casos open access) a imágenes (bi- o tridimensionales), libros, cuadros, objetos y vistas de sus salas (con reconstrucciones gráficas 3D), para usuarios en cualquier parte del mundo a través de plataformas en internet (Fuentes i Gasó, 2021: 151).

Es una tarea pendiente vincular las estrategias de smart city al patrimonio cultural de las ciudades, en especial desde un punto de vista medioambiental, pues la creciente preocupación por problemas medioambientales y la degradación del patrimonio cultural han favorecido una tendencia ascendente en el desarrollo de políticas medioambientales y culturales, que han contribuido a la existencia de múltiples declaraciones de territorios como bienes protegidos, fundamentalmente en relación con el patrimonio natural, pero también del patrimonio cultural.

También es importante que, en la evolución de las ciudades, no se olvide a los ciudadanos como el elemento central del modelo smart para incrementar su calidad de vida; las TIC no pueden ser un instrumento para que se “expulse” a una parte de la ciudadanía, para convertirla en personas en situación de marginación o exclusión social, en vez de “desplegar las prestaciones y servicios para erradicarlas” (Forns i Fernández, 2020: 83)

Para conseguir una verdadera ciudad inteligente se debe contemplar la sostenibilidad medioambiental, la gestión urbanística y la promoción económica, pero sin olvidar otras temáticas imprescindibles como son la transparencia política, la participación ciudadana y la cultura.

Para conseguir una verdadera ciudad inteligente se debe contemplar la sostenibilidad medioambiental, la gestión urbanística y la promoción económica, pero sin olvidar otras temáticas imprescindibles como son la transparencia política, la participación ciudadana y la cultura.

Hasta ahora, las iniciativas relacionadas con el desarrollo de ciudades inteligentes han buscado mejoras en proyectos urbanísticos, en infraestructuras, en movilidad, aprovechamiento energético, seguridad y reducción del gasto, pero es necesario dar un paso más allá, mostrar un mayor compromiso con la ciudad a través de la potenciación de su patrimonio histórico, artístico y cultural. Todos los cambios se deben al motor de la cultura, por lo que no debería ser ajena a las nuevas estrategias, y, por ende, tampoco los ciudadanos deberían ser ajenos a ellas. La sociedad debe poder participar y colaborar, aportar vivencias y experiencias, tomando contacto con sus raíces, preservándolas, conservándolas y haciéndolas visibles. La cultura, unida a las TIC, no se trata en este escenario de un fin en sí mismo, sino de un instrumento ligado al progreso y evolución de la ciudad, de la identidad de sus habitantes, siendo ilimitadas las potencialidades a explorar al respecto. Una visión anclada en la smart city como un instrumento o estrategia centrado en la eficiencia, pierde de vista la oportunidad de contemplar otras trascendentes dimensiones que ponen el acento en las personas (Fuentes i Gasó, 2021: 163-164).

La sociedad debe poder participar y colaborar, aportar vivencias y experiencias, tomando contacto con sus raíces, preservándolas, conservándolas y haciéndolas visibles.

Para profundizar sobre el tema, invitamos al lector a consultar el siguiente enlace: https://gobiernolocal.org/cuadernos-de-derecho-local-no-57/.

Una visión anclada en la smart city como un instrumento o estrategia centrado en la eficiencia, pierde de vista la oportunidad de contemplar otras trascendentes dimensiones que ponen el acento en las personas.

Autor/a: Josep Ramon Fuentes i Gasó

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